¿Y si el mayor ingenio de la industria automovilística china fuera no presentarse como tal? Este es el objetivo del “vacuna china”, un término mencionado en el artículo de Diariomotor para describir una estrategia astuta: acceder al mercado europeo usando marcas europeas desaparecidas o en declive, con el fin de eludir barreras psicológicas y comerciales.
La lógica es sencilla: ¿en lugar de convencer a un cliente francés, alemán o italiano de que compre un coche de una marca desconocida de Shanghái o Pekín, por qué no ofrecerle un MG, un EBRO… o pronto, un Alfa Romeo? Aunque el producto sea 100 % chino, su logo y su prestigio son, en cambio, europeos.
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Esta táctica permite a los grupos asiáticos evitar la etiqueta de «bajo costo» que aún persiste en la industria automotriz china y, al mismo tiempo, alcanzar una conexión en la imaginación colectiva europea. El resultado es menos resistencia a la compra, mayor visibilidad y una imagen «europeizada» sin necesidad de construirla desde cero.
MG y EBRO: ejemplos que marcan el camino #
Dos ejemplos recientes ilustran perfectamente este enfoque.
Primero, MG. La marca británica, que estuvo ausente durante años, ha sido reanimada por el gigante chino SAIC. Actualmente, MG está triunfando en el mercado europeo, con modelos eléctricos e híbridos a precios competitivos, respaldados por el antiguo prestigio de la marca británica.
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Ahora, EBRO. Esta marca española, olvidada desde los años 80, renace bajo la dirección de Chery, un fabricante chino en plena expansión, junto con socios locales. Al recuperar este nombre familiar para los españoles, los chinos buscan repetir el éxito de MG, esta vez en el ámbito de vehículos utilitarios e industriales.
Estos dos casos no son anecdóticos. Forman una hoja de ruta, un modelo de penetración comercial basado en la historia europea, que grandes grupos chinos podrían extender a otras marcas más emblemáticas y prestigiosas.
¿Alfa Romeo y Maserati en la mira? #
De acuerdo con fuentes citadas por Diariomotor, varios indicadores sugieren que las marcas italianas Alfa Romeo y Maserati podrían despertar el interés de constructores chinos en términos de adquisición o colaboración estratégica. Actualmente, estas marcas pertenecen al grupo Stellantis, resultado de la fusión entre PSA y FCA, formando parte de su portafolio “premium”.
En 2023, Alfa Romeo vendió alrededor de 80,000 vehículos a nivel mundial, comparados con cerca de 300,000 unidades en su peak durante los años 2000. Por otro lado, Maserati ha visto disminuir sus ventas en 2022 y 2023, a pesar de la introducción de nuevos modelos como el Grecale. Ambas marcas sufren de una rentabilidad frágil y de posicionamientos confusos, lo que las hace vulnerables a una reventa o reestructuración.
La decisión de Stellantis de recurrir a la consultora McKinsey & Company para evaluar opciones estratégicas para estas marcas indica que el grupo está considerando varios escenarios: cesiones parciales, externalización de la producción, o alianzas de capital. Estas alternativas podrían abrir la puerta a inversiones chinas, como se ha visto en otros sectores de la industria automotriz europea.
Un choque cultural e industrial en perspectiva #
Cualquier intento de adquirir Alfa Romeo o Maserati por parte de un actor chino generaría importantes implicaciones culturales, políticas y económicas. En particular, Alfa Romeo es vista como un símbolo del patrimonio industrial italiano, al igual que Ferrari o Fiat. Su posible adquisición por un fabricante no europeo podría provocar reacciones del Estado italiano y de la opinión pública.
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Desde el punto de vista industrial, una operación de este tipo implicaría transferencias de tecnología, diseño y producción, con el riesgo de deslocalización parcial de actividades. Este escenario también podría llevar a una revisión por parte de las autoridades europeas en cuestiones de competencia e inversión extranjera, en un contexto de mayor protección sobre sectores estratégicos.
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Desde la perspectiva comercial, un Alfa Romeo diseñado en China y producido parcialmente fuera de Italia plantearía preguntas sobre la coherencia de la marca, que históricamente se ha basado en valores de deportividad, diseño italiano y prestigio europeo.
En resumen, aunque teóricamente posible, la compra de marcas emblemáticas como Alfa Romeo por grupos chinos plantearía numerosas cuestiones regulatorias y simbólicas. Sería un giro estratégico importante en las relaciones entre la industria automotriz europea y la expansión de los actores asiáticos.